sábado, 4 de mayo de 2013

La expulsión de Argi. Una vergüenza televisiva


La tarde del pasado jueves fue una de las más patéticas de la historia de la televisión. De un plumazo lo poco que quedaba de vergüenza televisiva lo zarandearon desde diferentes frentes de poder y fue rematada desde Mediaset España.
La víctima se llama Argi, tiene 20 años, es vasca y estudia arquitectura. Los verdugos, una sociedad adicta a los intereses económicos, a la verborrea populista


 a la demagogia y a encontrar blancos fáciles para desviar la atención de las lacras de esta España inexcusable.
Argi, exparticipante del concurso de telerrealidad Gran Hermano en la edición que actualmente se emite, solo cometió un error. En una conversación desenfadada con sus compañeros hizo una desafortunada broma sobre el terrorismo comentando que había ido a una manifestación que pedía la vuelta de ETA. La joven, que rectificó automáticamente después asegurando que no era cierto y que jamás haría esas cosas, fue juzgada y estuvo lista para sentencia una vez que sus comentarios llegaron a oídos de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), que pidió su inmediata expulsión en medio de una oleada histórica de comentarios en las redes sociales, sobre todo en defensa de la joven, llegando a ser trending topic mundial.
La productora del programa intentó relativizar el comentario provocando lo que el bloguero David Cano (El gato encerrado) apunta como “una variante del efecto Streisand”, es decir, si la censura de cierta información fracasa cuando se intenta con ella relativizar la importancia de la misma, “resulta contraproducente, ya que ésta acaba siendo ampliamente divulgada, recibiendo mayor publicidad de la que habría tenido si no se la hubiese censurado”.
Acto seguido, nada tenían ya que que hacer las disculpas de Argi –emitidas en vídeo en todas las webs, en las que se expresaba con tal sinceridad que estremeció y llegó al corazón de los telespectadores–, como tampoco tuvo relevancia el que fuesen aceptadas a posteriori por la AVT. El daño estaba hecho. En directo, Argi fue expulsada porque “Mediaset no tolera este tipo de bromas”, después de que familiares y amigos tuvieran que soportar cómo se hablaba de apología del terrorismo; después de que los hechos acontecieran dos días antes de ejecutarse la sentencia, para la que se esperó el directo de El Debate de Gran Hermano; o de que en otras ediciones nadie pestañeara cuando un concursante habló en favor de Bin Laden, se hicieran comentarios machistas y homófobos, o que en varias ocasiones este mismo año algunos de los compañeros de Argi hurtaran sin consecuencias, se rieran con chistes sobre Marta del Castillo o incluso se expresaran en algún momento con agresividad verbal.
La broma de Argi no es excusable, fue un despropósito, una metedura de pata de tamaño XXL, pero no va más allá. Algo que no va a ocurrir con esta chiquilla de tan solo 20 años que tendrá que vivir con la lacra de que se la considere, erróneamente, proetarra, y todo ello después de sufrir la vergüenza de salir del programa en la madrugada de ayer, por la puerta de atrás y en estado de shock.
Ya se sabe que el tema del terrorismo y de las víctimas es lo verdaderamente importante, como apuntaba en su blog Mercedes Milá, pero también lo es que a las cosas se les dé su justa medida. En nada favorecemos a esta sociedad culpando a unos mientras en igualdad de circunstancias otros salen de rositas. Aunque lo peor no es que no se repartan más castigos –craso error por otra parte–, sino que se magnifiquen tanto cosas tan poco afortunadas como el comentario de Argi, lo que ni favorece televisivamente al formato del programa ni a la gente que lo sigue. Como dice David Cano, estas actuaciones dan pistas a los concursantes de lo que tienen que hacer para salir de la casa y evitar la multa impuesta por abandono. Y, por supuesto, lo que a los miles de espectadores no beneficia es que se condicione con estas expulsiones injustificadas el comportamiento natural y desinhibido que se supone que deben expresar los participantes de este concurso de convivencia.
En una España en la que la corrupción y la crisis marcan el día a día y desde los cargos más importantes de la sociedad se dan ejemplos deplorables, que se lleve a un extremo el caso deArgi, como se ha llevado, es patético. ¡Que se equivocó! Por supuesto, pero habría que hacer un acto de constricción sobre lo que se emite o no en cada cadena televisiva. “Mediaset España no tolera este tipo de bromas”, pero bien que entrevistó a la madre del Cuco y no expulsó a Argi justo cuando cometió el error. No, no lo hizo. Y no lo hizo porque hasta el jueves no supo que los anunciantes con esto iban a hacerse otra Noria, es decir, amenazar con retirar la publicidad si no se echaba a la joven.
Mediaset España es una empresa privada que, como tal y de forma legítima, actúa en defensa de sus intereses, pero Argi tiene 20 años, es muy joven y bocazas, y encima se había ganado al público hasta llegar a situarse como la presunta ganadora de GH14. Desde estas líneas espero que los fieles seguidores del formato, que le han dado hasta ahora picos de audiencia hasta del 20%, no decidan hacer un Argi con el programa, aunque tal vez entonces los responsables de la cadena se dieran cuenta de que, a veces, sólo a veces, los telespectadores podrían llegar a sertambién de su interés.
¡Argi, suerte y ánimo! Todo pasa, ya lo verás.
                                                         Argi, entre lágrimas, se disculpa por su desafortunada broma.

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